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domingo, 20 de octubre de 2024

Tánger, habitación 35

Tánger. Una noche con el espíritu del genial Henri Matisse en la habitación 35 del Gran Hotel Villa de France, donde el pintor se hospedó una larga temporada en 1913. En esta misma estancia, en la que me he alojado yo transcurridos casi cien años, pintó Matisse alguno de sus cuadros más bellos. Qué excepcional sensación !

Henri Matisse
La habitación 35 del Gran Hotel Villa de France

Tánger a la finestra

Puerto de Tánger

Gran Hotel Villa de France

 












La Fundación Canal de Isabel II presenta en Madrid la exposición 
"Matisse, Metamorfosis. Esculturas y dibujos". 

Entre los días 23/10/2024 y 12/01/2025 (Sala Mateo Inurria 2).

https://www.fundacioncanal.com/exposiciones/matisse-metamorfosis/


martes, 2 de julio de 2024

MI PARADOR DE MARRUECOS

Ketama, en el corazón de la cordillera del Rif


Nos vamos al norte de Marruecos por carreteras montañosas para conocer un peculiar Parador que se mantiene en óptimo funcionamiento. Se trata del actual hotel Tidghine (de 4****), en la localidad de Issaguén. Su propiedad y gestión están en manos marroquíes desde la independencia del país, en 1956. Al ascender la cordillera del Rif hasta Ketama, llama la atención encontrar en plena actividad el que fuera Parador de Turismo en tiempos del Protectorado español.

Fue levantado en 1932 y años después, siendo ya independiente el país magrebí, remodelado tras un incendio en 2008. Anteriormente, Issaguén era un pequeño complejo de veraneo y esquí, pero con el desarrollo del cultivo del cannabis la región se convirtió en centro de tráfico de hachís e hizo huir a los turistas.

Hoy en día, la situación ha mejorado mucho. La zona, quebrada y boscosa, ideal para paseos de alta montaña, se puede volver a recorrer sin mayores riesgos. Yo mismo lo he podido comprobar durante varias rutas por las montañas del Rif realizadas en esta última década y en las que ha sido siempre un placer alojarme en este antiguo Parador, tan confortable y donde se puede comer exquisitamente. La mejor recomendación

miércoles, 22 de noviembre de 2023

¡El histórico árbol de Tetuán, arrasado!

 

 

Triste final para el acebuche

El histórico acebuche

 El acebuche hoy


Fotos: Javier López Rodríguez

 

Insensatez, atentado ecológico, ignorancia extrema… no sé cómo calificarlo. Acabo de realizar una nueva gira por el norte de Marruecos y me he encontrado este mítico árbol convertido en un vacío en el que no quedan ni restos de ramas ni de troncos, antaño tan nutridos y de buena sombra. Ni siquiera han quedado ordenadas las lajas de piedra que acogieron tantos encuentros de personajes y sucesos de la Historia. El lugar era un paraje para encuentro tanto de gentes de las aldeas, como espacio de reuniones de sucesos históricos de gran trascendencia.  Piedras que formaban la base de este insigne acebuche que tanto protagonismo ha tenido en la historia común de Marruecos y España

Lamentable. Triste. Otra “huella olvidada” que desaparece. No han dejado nada del árbol, como testifican estas fotos. ¿Qué ha ocurrido? Nadie en la zona ha sabido explicarnos el porqué de esos tremendos hachazos sin razón. En el lugar más próximo en ese valle reserco, un humilde bacalito que hay en la rotonda de la Esperada, a unos 5 km. saliendo de Tetuán hacia Tánger, el joven Mohamed nos ha comentado que el desastre sucedió hace siete meses y fue obra del hacha del agricultor propietario de estas tierras de olivar. No sabía encontrar explicación a un hecho inexplicable y que priva de un atractivo a un lugar que ya no llamará la atención a nadie.

Deberíamos hacer un esfuerzo por valorar, velar y preservar mucho más el Patrimonio histórico que nos rodea.

martes, 21 de noviembre de 2023

El histórico árbol del norte de Marruecos

Foto: Pablo Alcalde

El acebuche del Fondak de Aïn Yedida

En la carretera antigua de Tetuán a Tánger, pasada la presa de Agrás desde la que el río del mismo nombre discurre paralelo al camino, comienzan las cuestas que conducen al Fondak. En la margen del río opuesta a la citada carretera, sigue allí un viejo árbol que preside un bosquecillo de olivos jóvenes y que bien podría superar los 300 años. El tronco, grueso y retorcido, está rodeado de grandes piedras que sirven para que los caminantes puedan sentarse a su sombra. Pese a su imponencia, nadie diría que aquel viejo árbol que destaca sobre todos los demás, tiene una larga e importante historia relacionada con España.

Se cuenta que bajo la sombra de este árbol centenario se reunieron en ocasiones cruciales los jefes de las cabilas marroquíes con las autoridades locales españolas. En 1860, en una tienda que se instaló bajo el viejo árbol en el Fondak, se concertó una tregua y se firmó la paz entre el general O’Donnell y el sultán Muley el-Abbass. Varios años después, en 1915 el alto comisariado, general Gómez Jordana, habría celebrado infructuosas conversaciones con el jerife al-Raisuni. Las fricciones continuaron y cuatro años después otro alto comisario, Dámaso Berenguer, acompañado del general Fernández silvestre, establecería nuevos pactos con el indómito cabecilla yebelí, una vez más bajo la sombra este acebuche mítico. Posteriormente el Gobierno ordenó al nuevo Alto Comisario, el general Gómez Jordana que llegara a un pacto con el Cherif. Tras largas negociaciones, se la lcanzó un acuerdo por el que Jordana y el Raisuni se encontrarían en el Fondak, cuyo paso estaba cortado y el pacto iba a permitir su apertura.

El año 1919 el Alto Comisario Dámaso Berenguer tenía una función política careciendo de mando directo de las fuerzas. El Cherif Raisuni estaba otra vez en pie de guerra y, tras la desastrosa operación de Cudia Rauda que provocó la disolución de tres compañías del Grupo de Regulares de Ceuta, quedó decidida la ocupación del Fondak de Ain Yedida para asegurar las comunicaciones de Tetuán con Larache. Para operar en zona tan peligrosa, se reunieron unos 12.000 hombres bajo el mando de los Generales Vallejo y Fernández Silvestre, que había sido nombrado comandante General de Ceuta. En ese mismo año de 1919 El Alto Comisario Berenguer, que había seguido el avance con gran preocupación, acudió al río Agrás desde la capital del Protectorado. La compañía (mía) de la Policía Indígena destacada se había sublevado, matando a sus oficiales y pasándose al bando del Raisuni. Los planes, no obstante, siguieron adelante y se inició la ofensiva sobre el Fondak.

Hoy en día el acebuche sobrevive, semioculto y envejecido, a un costado de la carretera Tánger-Tetuán. Sin duda se puede considerar otra “huella olvidada”. Un peculiar vestigio botánico, silencioso testigo de los encuentros y desencuentros de unas y otras autoridades.

miércoles, 6 de junio de 2018

Al otro lado del Estrecho

 

Tánger. Marruecos

 (Carta a un amigo que vive allí)

Pues he aquí que estaba yo pensando en esos mismos cielos diáfanos de Tánger, que tú estás contemplando ahora. Ese viento suave que mece el brazo de mar del Estrecho. La nebulosa del Yebel Tarik allá enfrente, y el Yebel Muza, acá al lado. ¿Qué tendrá que ver ese paisaje, siempre deseado, con este otro de la Vera que me calienta hoy con su compañía sosegada? La cercanía del mar a veces se hace necesaria. La añoranza del oleaje sobre la orilla, sobre todo cuando los veranos extremeños azotan con brisas calimosas que huelen a fuego, y el horizonte reverbera como un espejismo. Entonces me gusta lanzar mi mente a volar como una gaviota por los acantilados del cabo Espartel. Rocas que no son sino dimensión marina de la mole granítica de Gredos. Remontando el vuelo sin vértigo, como cuando acecha la muerte y uno está tranquilo. Pero también echo a sobrevolar, rasante sobre el océano oscuro, extendido entre esas cornisas aún más pétreas de Sierra Nevada y el Rif.

Remembranzas de Tánger, siempre asociadas a la alegría, a la emoción, y al arrojo del que está vivo y coleando. Invariablemente mi mejor puerta de África, con permiso de Melilla, esa isla. Tánger, principio y final. Siempre pasé por ahí, feliz de acometer nuevas sendas africanas. ¡Una vez más! Y cada vez, regresé henchido de experiencias valiosas. Como empezar de nuevo la vida. Disfrutando al máximo de una fantástica oportunidad de ser y de vivir.

El hotel El-Minzah, o últimamente el recuperado Villa de France. Me siento como en casa. La habitación de Henry Matisse, donde pasamos mi mujer y yo aquellos días entrañables. Quién volviera, quién cruzara el Estrecho nuevamente. Aire, luz, mar. Y las otras miradas, las diversas serenidades. Viejas y nuevas sensaciones, los aderezos que renuevan el alma. No podrías estar en lugar mejor. Si estuvieras en Escandinavia te abrumaría el frío de sus nubes y gentes. Si vagaras por el África profunda, te desmotivarían las miradas inaccesibles de los lugareños, y sus realidades lejanas. Si fueras para Oriente, no entenderías nada y te acabarías aficionando a escupir a cada paso, como hacen los chinos. Si te asentaras en América, tendrías el vértigo brutal al abismo de océanos que separa del Viejo mundo. Y, finalmente, si estuvieras errando por las calles de Madrid, el rumbo sería tan incierto como a trompicones el ritmo por el asfalto que se pegaría a los pasos que quisieras dar.

Tánger, callejas ajetreadas, las colinas luminosas de los barrios. La familiar esencia íbera de sus personajes. Aroma a hierbabuena, pescaíto, guisos cargados de cúrcuma y comino. El cuscús de Dar Kebdani o el arroz caldoso de Casa Valencia. Esta ciudad es un centro de gravedad planetario porque está cerca de todo, quizás encaramada al epicentro del mundo. Con la distancia suficiente como para renovar los horizontes y con la proximidad bastante como para no extrañar nada, porque no se añora lo que se tiene a mano.

En fin, que tengo ganas de ir a Tánger y tomarme un té con menta en el café de París, escuchando tus últimos descubrimientos en estos barrios ajetreados y coloridos. Quizás cuando los calores comiencen a dar tregua. Una vez más, cruzar el Estrecho. De nuevo paseando por su zoco chico, en busca de babuchas. Es uno de mis escasos anhelos a estas alturas de la vida. Confío en que tú, ya bien tangerinizado, me cuentes sorpresas y sensaciones de esa ciudad grata, que para mí es símbolo de estar vivo. Tánger siempre invita a dar un paso más, prolegómeno del rumbo futuro que está esperando. Esa bocanada de aire vital que siempre estoy buscando respirar.

miércoles, 15 de febrero de 2017

Hirak, rabia en el Rif

Alhucemas siempre me ha resultado una ciudad tranquila y acogedora, pero esta última vez he encontrado sus principales plazas repletas de policías, apostados junto a decenas de furgones blindados. Desde mi balcón del hotel Basilic, observo la inquietud de varios grupos de agentes a la sombra del edificio de la antigua municipalidad. Pienso que la represión es la peor y la más contraproducente respuesta a la rabia que siente este pueblo postergado durante décadas.

Annual, no lejos de Alhucemas. Escenario de la mayor derrota y más trágico desastre del ejército español en sus desventuras coloniales africanas
 
Aquí todo está colmado de simbolismos: el hotel se alza sobre la avenida Abdelkrim el Khattabi (el líder rifeño que encabezó la resistencia frente a españoles y franceses durante la guerra de 1920 a 1926). Desde el edificio también se contempla toda la explanada de la Place Mohamed VI (actual rey de Marruecos). Dos protagonistas, del pasado y del presente, que encarnan el trasfondo de lo que aquí está pasando.

Sumemos a estos simbolismos que esta misma plaza, hoy uno de los principales escenarios de la Hirak (las protestas y manifestaciones populares) se encuentra ante la cala de Quemado, donde los españoles iniciaron la construcción de Alhucemas, tras el desembarco de 1925.

El gran número de policías y sus furgones siguen apostados al pie de lo que antaño fue la Oficina de Intervención del Protectorado español. El edificio más tarde sería la Municipalidad y, finalmente, ha quedado ruinoso tras los sucesivos terremotos que ha sufrido Alhucemas en las últimas dos décadas.
 
Líderes guerrilleros, monarcas, españoles del Protectorado, el Marruecos independiente y las tragedias naturales. Este es, precisamente, el marco del renacer de un movimiento rifeño que está saliendo a las calles. La Hirak, «revuelta popular», reclamando mejoras sociales para una región siempre abandonada a su suerte. Sus protestas, cada vez más masivas, hacen tener presente que este pueblo no se doblega ante las injusticias.
 
Los peñones de Alhucemas, en la bahía del mismo nombre