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martes, 3 de mayo de 2016

Desastres balcánicos (III), 20 años después

Gorazde
Cementerio de Vukovar (Croacia)

Han pasado 20 años desde el fin de la guerra y vuelvo a recorrer aquellos caminos balcánicos que reventaban de odio y de brutalidad por aquel entonces. Viví de cerca el conflicto de los Balcanes, emocional y físicamente, porque en sus imágenes me parecía revivir la guerra fratricida que sufrió España. La imagen ya no es en blanco y negro. La sangre se ve color sangre, aunque es la misma, 60 años después. Son otros idiomas, otras religiones pero, en el fondo, encuentro gentes aquí que, por sus rasgos, por su talante, me hacen recordar a las de mi tierra.

Curiosamente relaciono con los Balcanes las penurias que me contaba mi padre sobre la Guerra Civil española. Establezco conexiones entre estos jóvenes y sus relatos, cuando era un mozalbete, inmerso en un drama que amenazaba con cercenar su juventud y su futuro. Casi puedo imaginarle sumido en estos escenarios que, pasados ya los años, me siguen resultando los mismos de ese conflicto descarnado que viví.

Durante todos mis recorridos balcánicos trato de comprender si el paso del tiempo trae signos de apaciguamiento y reconciliación. ¿Los trae, o es una mera apariencia?, ¿o es tan solo una percepción engañosa?... Recorro las entrañas de Bosnia y Croacia, y Kosovo, y luego Serbia, para seguir haciéndome esa pregunta.

jueves, 22 de noviembre de 2007

Desastres balcánicos (II), las heridas abiertas de Kosovo


Suroeste de Kosovo

Escribo desde Prizren, una población kosovar de atmósfera otomana, apenas a una veintena de kilómetros de la frontera con Albania. Hoy he llegado aquí con mi pequeño vehículo durante una jornada más de este periplo balcánico. Si ayer descansé disfrutando del animado ambiente cosmopolita de las calles de Skopje, la capital de Macedonia, hoy las huellas de la guerra y de la pobreza son más profundas.

Los convulsos Balcanes, donde las fronteras todavía surgen tras cada colina como muros de odio, y se convierten en triste exponente de la incapacidad del ser humano para convivir fraternalmente.