 |
Foto: Pablo Alcalde
|
El acebuche del Fondak de Aïn Yedida
En la
carretera antigua de Tetuán a Tánger, pasada la presa de Agrás desde la que el
río del mismo nombre discurre paralelo al camino, comienzan las cuestas que
conducen al Fondak. En la margen del río opuesta a la citada carretera, sigue
allí un viejo árbol que preside un bosquecillo de olivos jóvenes y que bien
podría superar los 300 años. El tronco, grueso y retorcido, está rodeado de
grandes piedras que sirven para que los caminantes puedan sentarse a su sombra.
Pese a su imponencia, nadie diría que aquel viejo árbol que destaca sobre todos
los demás, tiene una larga e importante historia relacionada con España.
Se cuenta que bajo la sombra de este árbol
centenario se reunieron en ocasiones cruciales los jefes de las cabilas
marroquíes con las autoridades locales españolas. En 1860, en una tienda
que se instaló bajo el viejo árbol en el Fondak, se concertó una tregua y
se firmó la paz entre el general O’Donnell y el sultán Muley el-Abbass. Varios
años después, en 1915 el alto comisariado, general Gómez Jordana, habría
celebrado infructuosas conversaciones con el jerife al-Raisuni. Las fricciones
continuaron y cuatro años después otro alto comisario, Dámaso Berenguer,
acompañado del general Fernández silvestre, establecería nuevos pactos con el indómito
cabecilla yebelí, una vez más bajo la sombra este acebuche mítico. Posteriormente
el Gobierno ordenó al nuevo Alto Comisario, el general Gómez Jordana que
llegara a un pacto con el Cherif. Tras largas negociaciones, se la lcanzó un
acuerdo por el que Jordana y el Raisuni se encontrarían en el Fondak, cuyo paso
estaba cortado y el pacto iba a permitir su apertura.
El año 1919
el Alto Comisario Dámaso Berenguer tenía una función política careciendo de
mando directo de las fuerzas. El Cherif Raisuni estaba otra vez en pie de
guerra y, tras la desastrosa operación de Cudia Rauda que provocó la disolución
de tres compañías del Grupo de Regulares de Ceuta, quedó decidida la ocupación
del Fondak de Ain Yedida para asegurar las comunicaciones de Tetuán con
Larache. Para operar en zona tan peligrosa, se reunieron unos 12.000 hombres
bajo el mando de los Generales Vallejo y Fernández Silvestre, que había sido
nombrado comandante General de Ceuta. En ese mismo año de 1919 El Alto
Comisario Berenguer, que había seguido el avance con gran preocupación, acudió
al río Agrás desde la capital del Protectorado. La compañía (mía) de la Policía
Indígena destacada se había sublevado, matando a sus oficiales y pasándose al
bando del Raisuni. Los planes, no obstante, siguieron adelante y se inició la
ofensiva sobre el Fondak.
Hoy en día el acebuche sobrevive, semioculto y
envejecido, a un costado de la carretera Tánger-Tetuán. Sin duda se puede
considerar otra “huella olvidada”. Un peculiar vestigio botánico, silencioso
testigo de los encuentros y desencuentros de unas y otras autoridades.