La mañana empezó con presagios que olían a quemado. Comenzaba a fraguarse la desgracia en la Aldea Tudal y un foco de incendio se iniciaba justo a un par de kilómetros frente
a mi casa. Hacía un viento endiablado, y era un caluroso día más de un largo
verano sin agua. Desde los canchos más elevados, tratando de medir el alcance
del desastre que se avecinaba, fui testigo de cómo una columna de humo blanco
empezaba a tomar fuerza. En cuestión de minutos subió y subió hasta
fundirse con las gigantes nubes enrojecidas del otro fuego, que se propagaba con
mucha fuerza unos 5 km al Este.
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Primeros minutos de los incendios en Villanueva de la Vera, desde el paraje Los Jardines |
También en cuestión de segundos oí sonar la sirena de los
bomberos forestales. El camión amarillo asomó en mis prismáticos bajando el
camino de Ríolobos a gran velocidad. Y, a continuación, como una aparición
prodigiosa, dos helicópteros surgieron del horizonte y descargaron consecutivamente
sus bolsas hinchadas
de agua. La acción, rápida y eficaz, fue providencial para contener este conato tan cercano. El fuego aquí se aplacó de inmediato, aunque la columna de humo se
hizo más blanca y más densa, y así se mantuvo durante el resto de la jornada. Ese foco de fuego, tan cercano a la gran masa forestal, hubiera provocado una catástrofe en los
bosques de esta zona de la Vera. Previsiblemente mi casa hubiera sido borrada
del mapa, aislada como está ente tantos madroños, robles, fresnos, encinas y,
lo más peligroso, muchas hectáreas de pinos, retamas y jaras resecas al final
de este ardiente verano. Borrada del mapa y sustituida por un dramático paisaje
de ceniza y muerte. Y nosotros hubiéramos tratado de escapar del infierno como
buenamente hubiéramos podido. Por fortuna esta vez no ha sido así. La actuación
fulminante nos salvó a todos en esa parte del municipio. Y, sin duda, el
conjunto de la operación, evitó una mayor tragedia kilómetros más allá, entre
los secaderos, cultivos y bosques de la Aldea Tudal donde, por desgracia, el fuego no
pudo ser contenido desde sus inicios y causó estragos. Allí la pelea contra unas
llamas enfurecidas por el viento y el calor, seguiría hasta un par de días
después.
Desde aquí quiero expresar mi solidaridad con todos los
vecinos del Tudal que han sufrido daños en sus casas, ganados y cultivos. Y
particularmente dar las gracias a los bomberos y pilotos forestales, así como a
los voluntarios de Protección Civil y a todos los paisanos que participaron en la
batalla que sostuvimos el pasado día en esta parte de la Vera Alta.