domingo, 23 de febrero de 2014

Por las arenas del Sáhara Occidental

Recorro este territorio desértico donde la Historia ha dado un vuelco rotundo y su población original, tanto los exiliados como los que se han quedado, no son dueños de su destino como nación. La triste realidad del Sáhara usurpado y su pueblo golpeado. El conflicto continua abierto, pero su resolución es cada día más incierta. Tierra batida por vientos violentos, recubre el paisaje un manto de arena brillante que oculta su drama. 

Ante al Ejército de Liberación Saharaui: último combate del ejército español

Lápida conmemorativa de la batalla de Echdera
Hoy, 13 de enero de 2018, se cumplen 60 años de la batalla de Echdera, la última librada por el ejército español. Ese mismo día, en 1958, se sostuvo un combate sangriento de 12 horas frente al Ejército de Liberación del Sáhara. Fue a una veintena de kilómetros de El-Aaiún, en la vaguada que atraviesa la Saguia el-Hamra (la gran “cuenca roja” que se extiende por la región norte del territorio). La Legión sufrió 48 muertos y 60 heridos, y se desconoce el número de víctimas del adversario. Estos sucesos desencadenaron una enorme operación de bombardeos y despliegue de soldados (unos 15.000 con el apoyo de Francia), que diezmaron a una guerrilla cada vez  más activa al sur del valle del Draa. Desde aquel entonces mucho han cambiado las cosas en el Sáhara. En 1975 España entregó el territorio a Marruecos en un gesto colonial vergonzoso. Uno más. Decenas de miles de saharauis huyeron de la invasión y se refugiaron en la hammada argelina, donde todavía permanecen muchos de ellos. Marruecos se dedicó a ocupar militarmente y demográficamente la zona (el sur fue tomado temporalmente por Mauritania), en una guerra  abierta en la que el brazo armado saharaui -el Frente Polisario*- luchó tenazmente, consiguiendo infringir contundentes derrotas a las Fuerzas Armadas Marroquíes. Hasta que la construcción de un sistema de muros defensivos empezó a dificultar el pulso y decantarlo hacia Marruecos.
 
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* Frente Popular para la Liberación de Sahia el-Hamra y el Río de Oro.

Pero volvamos al presente. En el viaje por estos territorios, hoy en día, los taxis colectivos resultan económicos para el forastero. Voy a pasar cerca de Echdera, pero me detendré en este lugar emblemático solo a la vuelta de Smara, que se encuentra en la misma carretera, ya a mi regreso a El Aaiún. 
 
El trayecto Aaiún-Smara, de 217 km, me sale por 200 dirhams (unos 20€), por lo que me permito contratar los dos puestos delanteros para mí, junto al conductor. De esta manera logro evitar viajar embutido entre pasajeros y, además, me reservo la plaza con mejores condiciones para fotografiar y disfrutar el recorrido. Nadie se molesta por ello, sino que más bien es celebrado porque nos permitirá completar antes los cupos y no demorar en ponernos en marcha. Se trata de esos viejos Mercedes con 40 y hasta 50 años de antigüedad, que se ven renqueantes por los caminos de toda África. 
 
Este sector entre El Aaiún y Echdera es, en su mayor parte, una ruta monótona, muy poco transitada. Solo te sacan del sopor los frecuentes controles policiales, que suelen aparecer cuando uno empieza a cerrar los ojos. El agente, sorprendido por la novedad de un pasaporte extranjero, se demorará más de media hora en su caseta cada vez. Es el tiempo que le lleva ir escribiendo con parsimonia, en un cuaderno, todos de los datos. Una rutina que debería desesperar a los pasajeros locales, porque las barreras de control son continuas. Pero todo el mundo guarda un paciente silencio.

Resulta imposible pretender ir un poco más allá de la ciudad de Smara. Apenas franqueada esta pequeña población, nos topamos con el primero de los muros militares que construyeron los marroquíes tras la invasión. Ahí se acaba toda excursión al Oriente de la Sahia el-Hamra, aunque el territorio todavía se extienda varios centenares de kilómetros al Este, hasta Argelia y Mauritania. Es imposible seguir adelante, está rigurosamente prohíbido, al menos para mí. Solo cabe recalar en Smara, pasear sus rincones y animadas plazoletas al atardecer, y visitar los restos de los acuartelamientos coloniales. En la calle principal localizo una módica pensión en la que descansar.

Al día siguiente vuelvo desde Smara con el objetivo de visitar Echdera. Aparece la gran cuenca roja de la Sahuia el-Hamra, que tenemos que atravesar. Son los escenarios de la última batalla. A mediodía no se ve un alma, y el calor es sofocante pese a encontrarnos en pleno mes de enero.

La zona resulta evocadora, más después de haber estado repasando mis apuntes y mapas. Es un paraje desolado que despliega el paisaje de los amplios horizontes del desierto. Solo algún que otro punto de verdor en esta inmensidad lunática. Un grupo de palmeras forma un pequeño oasis. La población es modesta y parece deshabitada. En cada ladera del valle, se alzan dos monumentos al suceso histórico: uno en memoria de los caídos españoles (en la orilla opuesta) y el otro, por los combatientes del Ejército de Liberación Saharaui. Ambos monolitos bien separados por el cauce de la Sahia. Y a un par de kilómetros, las ruinas del campamento de la Legión, que fue completamente desmantelado con la ocupación marroquí de 1975.

Territorio de Sahiet el-Hamra
Sahara Occidental y los muros de ocupación

El Aaiún, antiguo barrio español