De mi libro "Ese eterno ir y venir" | (extractos) | |
Desde la Plaza Mayor sigo mi paseo perdiendo el rumbo entre muestras de arquitectura tradicional, con aleros y balconadas de madera. Por aquí se van cruzando ajetreados partochos o algún que otro turista despistado. Mejor si no hay prisa. En ocasiones me acerco a la tienda de “la Benitilla”, en la que es imposible entrar y no dejarse cautivar por dulces tan deliciosos: lacitos, perrunillas, venancios, mantecados, pastas, floretas, madalenas, canalones, huesecillos…siempre hay algo que llevar para casa. Frente a esta tienda está la “Casa del Pozo, lugar de comidas”, donde encontrar la ocasión, como buen lambruzo (comilón), de zamparse los manjares soñados que se elaboran en este centro de experimentación de la gastronomía verata. Entre otras cosas, cocina virtuosa de cabrito y pimentón, y buenos vinos de Cañamero y de los Barros.
Enfrente, Nuestra Señora de la Concepción, bellísima iglesia gótica renacentista del siglo XVI. Esta construcción de mampostería, sillarejo, ladrillo y tapial es el templo más destacado de la localidad. Si tienes la chiripa de encontrarlo abierto, dentro puedes escapar de la calor y descansar una mijina en los banquillos que se sitúan frente a un excepcional retablo y varias piezas de imaginería.
Cuando bajo al pueblo
Acostumbro también a degustar algún pirriaqui (vino) en la barra de “Las Pepas”, buen punto de encuentro de algunas de las tribus que confluyen en Villanueva, desde damas mayores disfrutando tranquilamente su desayuno, hasta neorrurales con rastas, perro y flauta. Botellines de cerveza helada que caen uno tras otro, sin parar, mientras hay pugna por invitar a otra ronda más. Realmente es una batalla por convidarse unos a otros, casi un duelo de caballeros que no paramos de beber porque la generosidad no se puede contravenir. Este ritual, que no es apto para gorruños (tacaños), se conoce como arrancaera (despedida) y es garantía de trançaera segura. Una ronda sigue a otra ronda, imparablemente, hasta jartarse. No hay dordobillo (truco) posible, aquí ni en cualquier bar de Villanueva. Es una demostración de la hospitalidad partocha y al que no le arma (no le convence) no tiene por qué participar. Puede que del protocolo tengas que zafarte a gatas o de sordilla (sin que nadie se entere).
Hay otros momentos, si dejas seguir tu olfato por calles más abajo, que están haciendo un pan muy bueno, como de antaño. Al pasar delante del fogón Dulce Vera vienen a mi mente los versos del poeta: “y no hay deleites humanos ni más grandes ni más sanos que estos que son mi ideal: pan de trigo candeal comido en paz y entre hermanos” (J. M. Gabriel y Galán).
Pronto llegamos hasta la biblioteca. Surtida de buenos libros, este es uno de los sitios que más me gustan en el municipio. Es costumbre saludable acercarse a leer y, de paso, donar nuestro libro preferido para que pueda leerse cientos de veces, a su sombra o en tu propia casa. Pero sigamos el paseo, que al final de la calle tampoco puede eludirse, entre tantos lugares, un comercio peculiar llamado “El Corte español”, una sastrería que abre solo en épocas determinadas del año para ofrecer la maravilla artesanal del vestir verato. Trajes regionales, polleras, blusones, mantones, mantillas, pañuelos, calzados… todo tipo de ornatos y bordados, hecho a mano y para lucir sobre todo en los días de fiesta.
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A quienes el destino nos ha traído a La Vera, por días o por vidas enteras: partochicémonos, no solo al disfrutar de esta naturaleza. Apoyemos a los profesionales de aquí. Saboreemos sus bares y restaurantes; su rica miel; durmamos en las casas rurales de la comarca; compremos el pan de los hornos, los dulces, la fruta, los quesos, los productos de sus tiendas, ecotiendas y supermercados, donde hay de todo y no es menester traer nada de otros lares lejanos. Vayamos a la biblioteca, leamos, y después dejemos un libro al marchar. O a una de sus tres librerías, siempre a mano. Conozcamos la artesanía que se crea aquí. Las tiendas de ropa, el calzado. Las peluquerías. Las farmacias. El dentista o la clínica. La veterinaria. Participemos en sus fiestas, obras de teatro y lances deportivos. Adquiramos matas, flores y árboles, y plantémoslos por la zona. Adoptemos sus animales descarriados. Compremos o encarguemos aquí los muebles, los electrodomésticos. Usemos sus talleres mecánicos, herrerías, ferreterías, carpinterías o tiendas de materiales de construcción. Cocinemos con pimentón, ese “oro rojo”. Escuchemos a “Milo Ke Mandarini”, a la Coral Polifónica, a Garbayo, o a la música popular que se hace aquí; Consumamos verato, que aquí hay de todo.
Por último, y como parte fundamental, respetemos a los agentes forestales y a los del medio natural, cuyo trabajo es esencial para el mantenimiento de la Naturaleza que nos rodea y que hace muy necesaria la colaboración de todos. Velemos porque sean dotados de condiciones de trabajo, de herramientas, para que puedan hacer su labor con más seguridad y eficacia. Que no esperemos al verano para paliar problemas y lamentar las desgracias del fuego arrasador. Para que afronten con apoyo de toda la comunidad el manejo de las masas boscosas, los montes, las gargantas, los animales que viven en ellas. Protejamos el paisaje para nuestro disfrute y preservémoslo para las próximas generaciones.
A la finitiva, cuidemos el futuru de Villanueva de la Vera, el puebru de tós.
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Festividad del Peropalo |
* Este capítulo está dedicado a los integrantes del retén forestal, a los agentes del medio natural de la Junta, y a los incansables oteadores en las alturas del Toruño (Mesallana). A todos, mil gracias.
Expresiones del extremeño recogidas del Diccionario de equivalencias castellano-estremeñu (Ismael Carmona García, 2007), Foro del castúo y del Diccionario Básico Extremeño (Manuel González, 2018).