
La región de Montería era en aquel entonces un
territorio bajo control de las Autodefensas Unidas de Colombia, el principal
grupo paramilitar. Yo vivía con bajo perfil y muchas cautelas, dirigiendo un equipo de una
veintena de técnicos colombianos. Juntos, desarrollábamos un ambicioso
programa de ayuda humanitaria para los varios miles de civiles afectados por la
guerra, que se libraba en las montañas del sur del departamento de Córdoba.
Dedicatoria en el libro "El siglo de Sartre" |
No contaré los detalles
de cómo transcurrieron aquellos días. Bernard, desconocido en estos lugares, resultó un personaje entrañable y procuré aportar a su misión las mejores
condiciones, las visitas más completas y los más útiles contactos. El filósofo profundizó en la realidad de las víctimas con las que trabajamos y también
se interesó por el resto de protagonistas de la dura lucha que aquí se libra.
Recorrió millas y sudó bajo el abrasador sol tropical, y lo hizo como periodista que viaja de incógnito.
Cuando, semanas, después cumplió el compromiso establecido de enviarme su
reportaje antes de que viera la luz en la Prensa de todo el mundo, no tardé un
minuto en localizar a Levy en París. ¡Aquello no podía publicarse así, era demasiado literal!. ¡Resultaba temerario!. Tuvimos una larga conversación y, al
final, logramos un consenso. Hubo que eliminar detalles, sustituir
nombres propios, omitir cuestiones y, en definitiva, proteger aspectos que nos hubieran traído complicaciones, a mi equipo y a mí,
con el paso del tiempo. No se trataba de nada que tuviera que ver directamente con el
trabajo que hacíamos con la comunidad, que creo que le causó muy buena
impresión. Pero había un montón de cosas referidas al propio conflicto,
que generarían confusión y que me pareció primordial aclarar. Había que despejar
nítidamente nuestra labor de cualquier interpretación política.
Debo decir
que Bernard actuó noblemente, por fortuna para nuestra seguridad, y aceptó dar
un sensato repaso a un trabajo que, sin duda, fue muy arduo de elaboración. Confieso que después me costó conciliar el sueño una buena
temporada.
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Este es el reportaje que finalmente se publicó en una red de periódicos y
revistas principales (Le Monde, Corriere della Sera, El Mundo, Diners...) de todo el mundo: