miércoles, 9 de febrero de 1994

El camino inverosímil de la Patagonia

Carretera Austral
Carretera austral
Me había embarcado por los canales del sur de Chile, gigantesco laberinto de archipiélagos y fiordos al sur del continente americano.

Al día siguiente arribaría a Puerto Chacabuco, donde retomaría el rumbo terrestre, ya sobre la fiel moto roja que me venía transportando desde el Norte grande (más de 3.000 km arriba). Estaba surcando larga geografía chilena que ahora me esperaba una interminable pista de ripio y dura calamina entre montañas nevadas.

El objetivo inmediato era alcanzar la joven ciudad de Coyhaique, capital de la región de Aysén. Quería comenzar desde allí mi itinerario. Esta vez se trataba de una ruta que me llevarí a recorrer, en su totalidad, el llamado “Camino Longitudinal Austral”. Abierto recientemente, esta compleja obra de ingeniería había dado acceso, en los últimos años, todo el sector norte de la Patagonia chilena. 
 
En esos días se continuaba trabajando en el ambicioso proyecto, para prolongar la pista más al sur todavía. Los umbrales del fin del continente, en la lejana Tierra del Fuego, estaban en la mente ambiciosa de los ingenieros. Para ello, el Camino Austral debería sortear innumerables entradas del mar, cordilleras, lagos y valles poblados de bosques vírgenes. Las dificultades son inmensas. Ya en ruta, enormes glaciares se derraman sobre el mar, justo a la orilla del camino. En algunos tramos, incluso gigantescos campos de hielo hacían imposible cualquier itinerario por tierra firme. Las obras en varios sectores estaban pendientes de concluir todavía, pese al empeño por enlazar más territorios del sur, en la región de Magallanes y la Antártica chilena. 
 
Hoy por hoy esa ambición parece impracticable, debido al universo de fiordos y descomunales masas de hielo que surcan el territorio. La sola contemplación del proyecto sobre un mapa produce escalofríos (...) 

 
Reportaje completo publicado en la revista MOTOCICLISMO